1. Si me aman no me van a hacer daño.
Desafortunadamente
en aspectos de salud y sobre-vivencia relacionados con infecciones de transmisión sexual el exceso de credulidad y confianza han hecho que miles de
personas, especialmente mujeres estén actualmente infectadas con el VIH y
algunas ya hayan desarrollado SIDA. Tristemente, amar a alguien o que esa
persona le ame no le protege de una infección de transmisión sexual. En
situaciones como una infidelidad, la
persona infiel generalmente lo es por un motivo egoísta, pero no pensando en
herir emocionalmente a su pareja. Cuando la infidelidad es descubierta por ¨la
víctima¨ siente su confianza traicionada, sus compromisos rotos y hay
generalmente dolor y malestar que en algunos casos llevan a la ruptura de la
relación. Sobre la idea de sentir dolor por causa de la relación de pareja hay
posiciones opuestas desde quienes desarrollan miedo a los compromisos por
experiencias negativas del pasado, hasta quienes de manera ingenua se hacen
completamente vulnerables a su pareja. Si existe una relación amorosa debe
existir el espacio de discusión del cuidado y auto-cuidado a nivel sexual que no
se puede dejar en el campo de lo implícito por las graves consecuencias que
puede conllevar.
2. Si me hieren no me aman.
Como seres
humanos somos falibles y, aunque en teoría el amor siempre debería ser una
experiencia positiva, en ocasiones no lo es. La convivencia humana no se da
libre de conflicto y las diferencias pueden ocasionar malestar y dolor. Sin
embargo una persona puede amar a otra y por diferentes motivos causarle dolor
sin que se quiera decir que el amor implica dolor. En muchas personas existe la
dependencia hacia las sensaciones de bienestar y generalmente la relación
amorosa genera sensaciones placenteras. Sin embargo no todo en el amor es
disfrute, porque existe el miedo a perder el amor o el ser querido y eso genera
angustia e incluso cuando ocurre causa dolor. La experiencia amorosa puede ser
fuente de grandes satisfacciones y placer y también fuente de dolor. Cuando se
es adolescente el desarrollo afectivo está en proceso lo que hace que aún se
está aprendiendo a amar de una manera madura. Algunas personas llegan a la vida
adulta y no han desarrollado esa madurez porque huyen de las relaciones por el miedo
a que les pueda causar el dolor de una ruptura o por miedo a asumir un
compromiso. Esa posición defensiva y temerosa no les permite crecer con las
experiencias de manera gradual.
3. Los celos son una muestra de amor.
Desde la
infancia es posible experimentar celos y estos tienen un componente de
inseguridad, miedo y rabia. Se teme perder el amor de un ser querido y aun
niños y niñas muy pequeños muestran comportamientos de posesividad y rabia ante
demostraciones afectivas que no son para ell@s sino para otras personas. Los
celos no son amorosos porque en general afectan de manera negativa la relación
de pareja. Afectan la confianza, la seguridad y la autoestima.
Cuando una
pareja basa su relación principalmente en la atracción usa los celos para promover
su permanencia. Es un “juego” que les permite sentir a cada miembro de la
pareja que aún no ha conseguido a su objeto de deseo o que lo puede perder.
Cuando en la pareja hay dificultades de comunicación sobre sus necesidades y
expectativas aparecen los celos como un recurso. Este se basa en la seducción y
en la conquista (que disfrazan la agresión y la rabia).
Algunas
personas son profundamente celosas aunque su pareja no les de ningún motivo e
incluso pueden desarrollar un trastorno que se denomina celotipia e involucra
una distorsión de la realidad. Estos celos enfermizos requieren ayuda
profesional porque pueden hacer mucho daño a la persona y a la pareja.
4. Las mujeres lo hacen (el sexo) por amor.
Tradicionalmente
a las mujeres se les negaba la posibilidad de disfrutar de las relaciones
sexuales y durante muchos siglos el placer sexual se consideró malo en general,
y peor aún para las mujeres. Sólo se aceptaba la inevitabilidad de la
experiencia sexual dentro de un contexto reproductivo y las religiones
occidentales buscaron controlar el sexo con su sacralización mediante el
matrimonio. Desde el romanticismo y con la vinculación del sexo y el amor se
desarrolló un nuevo paradigma para las mujeres y fue la disminución de la culpa
sexual si se explicaba por el enamoramiento. Rompiendo normas sociales los
¨pecados¨ de amor de las mujeres tendieron a extenderse desde principios del
siglo pasado hasta llegar a la segunda mitad del siglo XX con la revolución
sexual que alteró definitivamente la normatividad al respecto. Con la
masificación de métodos efectivos de anti-concepción surge la posibilidad de una sexualidad que no
tiene como consecuencia incontrolable un embarazo lo que hace que se modifique
de manera radical la experiencia de la sexualidad para la mujer. Aunque para la
mayoría de las mujeres el componente afectivo es muy importante para el
desarrollo de una relación sexual existen también actualmente mujeres para
quienes lo básico es el componente erótico, es decir el placer. En la encuesta
nacional de comportamiento sexual entre adolescentes realizada por Profamilia
en 1994 al preguntarles a las mujeres por el compañero con quien se había dado
su iniciación sexual un 90 % de ellas respondió que había sido su novio y la
razón de la relación para el 71% de ellas fue el amor. En el caso de los varones para el 49% su
pareja de iniciación sexual había sido una amiga y un 7% había tenido su
primera experiencia con prostitutas. La primera razón aducida por los varones
fue oportunidad 38% y la segunda con 28 % fue curiosidad.
5. El amor verdadero no existe.
Esta idea es
frecuente entre personas que han sufrido desengaños amorosos, entre
adolescentes en crisis de rebeldía y entre personas con posiciones
existencialistas. El amor es una experiencia humana, posible para cualquier
persona que se permita compartir su intimidad y construir un vínculo con otro
ser. Se explicó ya la relación de dependencia del bebé con una figura que
satisficiese sus necesidades para sobrevivir y poder socializarse como ser humano.
El amor es una emoción básica y se desarrolla con la complejidad del
sentimiento amoroso con el crecimiento de la persona. Tiene un componente de
aprendizaje y se ve afectado por la ideología cultural y los valores sociales
que enmarcan las experiencias individuales. El amor romántico tiene una
historia que empieza en el siglo XIX, cuando el hombre y especialmente la mujer
pudieron escoger a su pareja y el matrimonio empezó a darse en algunos casos
por amor. Este modelo remplazo al amor platónico anterior que no llegaba a
manifestarse sexualmente, creado por los trovadores y que vinculaba de manera
espiritual a los caballeros y a las damas. Esos eran amores imposibles que se vivían
en la fantasía y pocas veces llegaban a expresarse realmente. El amor romántico
se convirtió en el permiso para el placer sexual y ha sido la forma sutil como
desde el racionalismo humanista se controla la sexualidad. Lo que no siga ese
modelo de amor que apareció desde la ilustración y que se inscribe dentro de lo
heterosexual, monógamo, exclusivista, posesivo, celoso y dogmático sigue
considerándose en varias esferas pecaminoso y dudoso. Es importante reconocer
que las experiencias amorosas pueden ser tan variadas como seres humanos haya.
Lo importante es que se posibiliten amores que enriquezcan la condición de
quienes aman y que sean fuente de satisfacción, aprendizaje y posibilidades
dentro de las necesidades de vinculación afectiva humana.
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