1.
El placer sexual es algo natural.
Muchas personas consideran que
el sexo es una experiencia sobre la que no se debe hablar, ni se necesita
pensar, ni aprender, porque es ¨natural¨. Nacemos con una anatomía sexual, con unas potencialidades
de comportamiento afectivo, erótico y reproductivo (estas últimas que se posibilitan con la maduración
hormonal y la pubertad), pero de ahí a
considerar que el comportamiento sexual y el experimentar placer sexual sean
algo espontáneo hay un gran trecho. Desde antes del nacimiento hay
prescripciones sociales sobre el comportamiento esperado para cada género y
cada sociedad construye e instruye a sus miembros en los valores sexuales que
profesa. Incluso una relación sexual tiene unos patrones que son aprendidos de
acuerdo a las emociones, pensamientos y actitudes de cada persona.
Cotidianamente realizamos infinidad de actividades a las que vemos como
naturales pero cuyo aprendizaje nos costó trabajo, práctica y dificultades. Un
bebé aprende a hablar, a caminar, a comer, a
vestirse y a seguir innumerables pautas de socialización a través de su
educación hasta que sus comportamientos se vuelven ¨naturales¨. Un bebé puede
sentir placer pero cuando este se erogeniza su desarrollo intelectual hace que no
influya solamente la capacidad sensorial, sino la ideología que haya aprendido
al respecto (ideas sobre el cuerpo, lo bueno, lo malo, el pecado, el mismo
placer).
Considerar lo biológico como lo prioritario es una tendencia en sexología
conocida como esencialismo o determinismo biológico y es definitivamente
reduccionista y simplista, ya que deja lo social y lo histórico en lugar
secundario siendo factores fundamentales para la comprensión de lo sexual. La
sexualidad tiene más influencia del aprendizaje, de la cultura y de la
imaginación, que de la anatomía y fisiología. Definitivamente como personas
adultas también necesitamos aprender sexualmente. La espontaneidad y
naturalidad en lo sexual solo pueden ser el resultado de comportamientos aprendidos que se sientan
propios e integren los valores, habilidades y emociones personales. Esto es
posible después de haberse apropiado de
la experiencia sintiéndose cómod@ en su cuerpo y con la posibilidad de
experimentar y producir placer en si mism@ y a otr@.
La capacidad de jugar, de deshacerse de prejuicios y paradigmas son las
que le permiten a un ser humano dejarse llevar por sus sensaciones, abandonar
sus racionalizaciones y superar conversaciones que lo limitan en vivirse
plenamente sexual. El miedo al placer, se supera dejándose inundar, ahí si, por
un ¨natural¨ reflejo orgásmico que expande la naturaleza sexual del ser humano.
2. El tamaño del pene es importante para el placer sexual de la pareja.
La anatomía sexual es un tema que desvela a
muchos varones. El tamaño del pene ha sido una preocupación generalizada entre
quienes creen que ¨mayor es mejor¨. Esta es una preocupación masculina,
porque para las mujeres lo que importa es el hombre detrás del pene y para
ellas son otros los determinantes del placer. Anatómicamente la plataforma
orgásmica femenina se forma en el primer tercio desde la entrada de la vagina,
lo que hace que durante la penetración el largo de un pene sea un factor
secundario. Además el fondo de la vagina, que tiene menor sensibilidad que otras
zonas vaginales, se ensancha durante la fase de meseta lo que disminuye la
sensibilidad de las paredes vaginales al contacto con el pene.
La mayoría de los penes tienen un tamaño promedio en erección y sus
tamaños varían menos en este estado que en flacidez, porque un pene pequeño en
flacidez crece más que uno grande. El sexólogo colombiano Alonso Acuña (Sexo y
mujer, 1996) dice que no existe una regla fija, pero que un pene normal en
laxitud mide entre 8 y 12 cm. y en erección puede llegar a 14,16 o 18 cm. La
longitud y grosor del pene en laxitud no es directamente proporcional al pene
en erección. Igualmente la pigmentación de la piel afecta la elasticidad y por
ello hay una idea distorsionada del tamaño del pene de los hombres de raza
negra, puesto que generalmente sus penes en flacidez si son más largos que los
de hombres de otras razas, pero con sus erecciones no aumentan tanto el tamaño.
Los hombres que tienen penes
más grandes que el promedio (en Colombia es de 14 cm. (Acuña, 1987) reportan
que no siempre es conveniente porque tienen que cuidarse de no maltratar a su
pareja, que muchas mujeres les rechazan por temor a ser lastimadas o se
niegan a hacerles sexo oral por temor al
tamaño de su pene.
Cuando se han entrevistado
mujeres acerca del tema del tamaño del pene, la mayoría no le da importancia y dicen que aun los hombres con penes
pequeños pueden ser buenos amantes porque se esfuerzan más por complacer a la
mujer con otras formas de estimularlas, no sólo centradas en la penetración.
Finalmente hay que recordar que la vagina es un órgano elástico y se adapta a
diferentes tamaños y grosores, acomodándose al tamaño del pene. Es fundamental
no olvidar que el órgano sexual más importante es el cerebro y que sin neuronas
puede tenerse un pene descomunal que no sirva de absolutamente nada.
3.
La masturbación es un comportamiento
inmaduro, propio de la adolescencia.
Sobre la masturbación o
autoerotismo han existido históricamente innumerables mitos, especialmente
relacionados con supuestas consecuencias negativas para la salud como que producía
acné, afectaba el crecimiento, generaba esterilidad, hacía crecer pelos en las
manos, causaba locura, pérdida
de peso y ceguera. A pesar de lo risibles que puedan aparecer ahora estas ideas
atemorizaron a y afectaron por décadas a hombres y mujeres. Estas ideas tan
absurdas fueron sustentadas por médicos
hasta principios del siglo XX y solo hasta 1940 se eliminó el errado concepto
dentro de los manuales de pediatría
sobre la masturbación como causante de
lesiones físicas y
mentales y se puso el énfasis
en el problema de la culpa que generaba en muchas personas.
La masturbación es un
comportamiento que practican la mayoría de las personas a lo largo del ciclo vital. Se da desde la
niñez hasta la vejez y es una forma de
experimentación y aprendizaje sexual. Reconocer el propio cuerpo y las
sensaciones que se pueden experimentar genitalmente en un ejercicio de
empoderamiento y que da conocimientos a la persona sobre sus gustos y
preferencias. El auto-erotismo y la masturbación están considerados como un
derecho y varios modelos de terapia sexual la utilizan como herramienta para el
tratamiento de disfunciones sexuales. Muchos sexólogos (Barbach, 1975; Hite,
1977; Money, 1980) consideran que la falta de experiencia masturbatoria puede
desembocar en trastornos psicosexuales como impotencia y anorgasmia.
La idea de que la masturbación
en las personas adultas es un signo de inmadurez proviene del psicoanálisis
freudiano que plantea que si una persona dispone de una pareja y puede tener un
coito, masturbarse es inadecuado. Sin embargo ningún estudio ha encontrado que quienes se masturban sean menos
maduros que quienes no lo hacen. Adicionalmente es una práctica que puede ser
una alternativa saludable para quienes tienen niveles de deseo sexual más altos
que su pareja y una forma de aliviar tensión sexual facilitando la relajación.
La masturbación puede ser un
problema cuando la persona la practica de forma compulsiva, con carácter
excluyente de otras posibilidades, y cuando interfiere en otras áreas de
desarrollo vital. Esta tan ocupad@ masturbándose que no tiene vida social, no
estudia, no trabaja, no come.
Es también importante aclarar
que si una persona nunca se ha masturbado o lo ha hecho pero renuncia a hacerlo
por razones religiosas o preferencias personales no debe sufrir ningún de
juicio al respecto, porque cada persona es responsable y debe ser respetada en
las decisiones que tome sobre su sexualidad. El autoerotismo es una
posibilidad, pero no debe ser una imposición.
4.
Un hombre debe estar siempre dispuesto
y listo para el sexo.
Este mito hace parte del modelo
fantástico del sexo, que promueven la cultura machista y los medios de
comunicación. Sin embargo, los hombres en la vida real funcionan sexualmente y
disfrutan de su sexualidad dependiendo de factores y condiciones como su edad,
estado de salud, sentimientos, tipo de relación en la que se encuentren y
valores al respecto. Un hombre no es una máquina (aun, un carro necesita tener
gasolina para funcionar) y la idea errónea de que un hombre puede tener una
erección y una relación sexual, sin ningún tipo de condiciones genera más de
una frustración e inquietudes sobre su función sexual a los varones. No son
pocas las mujeres que ante el incremento del período refractario en sus parejas, debido a los procesos normales
del envejecimiento, piensan que el hombre les está siendo infiel porque ya no
tienen con su compañero la frecuencia sexual de épocas anteriores. También son muchos los hombres que ante una
ausencia o pérdida de la
erección en una situación específica,
empiezan a temer una impotencia, sin considerar que varios elementos influyen
para que su respuesta sexual pueda darse. El cansancio, las preocupaciones, los
problemas económicos y laborales, las peleas con la pareja, el estado de salud
y aun la hora del día pueden influir en los niveles de deseo y en la capacidad
y calidad de la erección, así
como en la satisfacción sexual del hombre.
Los hombres tienen, como las
mujeres, preferencias sexuales específicas
y condiciones para poder sentir deseo y
tener una erección. Reconocer estas condiciones personales y garantizarlas es un derecho de cada uno, ya
que una cultura que tiende hacia el modelo del desempeño, sin consideraciones, crea
variados problemas en la vida sexual masculina incluyendo altos niveles de
ansiedad, preocupación por cumplir un rol, dificultades para disfrutar de la vida sexual y aun apatía.
Son actualmente varios los
hombres que se sienten con muy poco deseo sexual debido a la presión femenina
que les exige un determinado nivel de desempeño ya sea por frecuencia o tipo de
actividades. Esto causa más de un problema de pareja y hace que los hombres
generen cada vez más resistencia ante la presión femenina.
Así como es respetable el poder
de aceptar o rechazar una propuesta sexual en una mujer, debe ser hoy
igualmente respetable ese derecho en un hombre, sin que por eso se cuestione su
virilidad, su orientación sexual o su amor por su pareja.
5.
Los orgasmos vaginales son maduros y
los producidos por estimulación del clítoris no.
Este mito tiene su origen en el
psicoanálisis, ya que Freud fue el primero en hablar de orgasmos ¨maduros¨ e
¨inmaduros¨. Consideraba que si un orgasmo era producido en la vagina por la
penetración esto hacia a la mujer madura
sexualmente, pero que si ella solo podía obtener orgasmos por estimulación de
su clítoris era inmadura
sexualmente.
Este mito es producto de una
concepción falocéntrica que ubica en la penetración y en el pene la posibilidad
de experimentar placer para la mujer. Esto
ha sido totalmente reevaluado por la sexología moderna. Fisiológicamente es importante recordar que un
orgasmo siempre se produce en la plataforma orgásmica a nivel vaginal que se
contrae rítmicamente 8 veces por segundo durante aproximadamente 5 segundos, y
que el cerebro interpreta esta sensación como un orgasmo. Independientemente
del punto donde se produzca la estimulación (boca, cuello, labios, pezones, clítoris
o vagina) la respuesta se produce en la vagina y se interpreta en el cerebro.
Para muchas mujeres es más fácil sentirse excitadas por la estimulación directa
del clítoris, que con la penetración.
Las mujeres pueden experimentar
orgasmos múltiples y al ser
entrevistadas reportan la variabilidad de sus sensaciones orgásmicas.
La experiencia orgásmica es muy
personal y puede variar entre las distintas personas y aun en una misma
persona, dependiendo de las circunstancias Psico-sociales (como la afinidad con
la pareja, las expectativas, los sentimientos), y de factores físicos como cansancio, estado de
salud y tiempo transcurrido desde el último
orgasmo, que afectan la intensidad. Las mujeres pueden desarrollar una alta
sensibilidad a estímulos de
diverso tipo, y pueden alcanzar orgasmos con recuerdos y fantasías, sin ningún
estimulo físico. Hay mujeres que experimentan orgasmos en estado de hipnosis al
revivir escenas sexuales.
6.
Solo los hombres eyaculan.
La falta de información hace que muchas personas consideren que la
eyaculación femenina es un mito. Durante mucho tiempo se pensó que
solamente los varones podían
eyacular. La investigación en el siglo XX encontró que para un 10% de las mujeres
eyacular es una experiencia posible. La emisión de fluido a través de la uretra en el momento del
orgasmo se conoce como orgasmo húmedo
y produce una sensación descrita como profundamente placentera en las mujeres
que la experimentan. Desde 1953 un urólogo, Samuel Berkow, estudio las
glándulas de Skene (descritas en 1880 por Alexander Skene), encontrando que
ellas poseían tejido eréctil. Perry, Whipple y Ladas (1981)
encontraron y demostraron que la eyaculación femenina existe y que la
emisión de líquido puede ser
muy abundante llevando a algunas mujeres a creer que habían orinado y produciéndoles incomodidad. Para las mujeres sus primeras
experiencias eyaculatorias suelen ser episodios sorprendentes e incluso algunas
reportan incomodidad al creer que lo que expulsaron era orina.
En 1978 Bennet llegó a la
conclusión de que la eyaculación femenina era producida por las glándulas de
Skene a las que llamó ¨próstata femenina¨.
El líquido expulsado se parece al fluido producido por la próstata y
contiene alta cantidad de fosfatas ácidas. Algunas mujeres expulsan este
líquido en todos los orgasmos y otras ocasionalmente, dependiendo de los niveles
de excitación o por la estimulación digital del punto G (zona de la vagina de
especial sensibilidad y cuya estimulación produce altos niveles de excitación
sexual).
Los hombres que tienen una experiencia sexual con una mujer que expulsa
grandes cantidades de líquido en el orgasmo inicialmente se sorprenden, pero
para la mayoría es una experiencia también muy placentera, tanto por los altos
niveles de excitación que ven en la mujer, como por las sensaciones que les
produce a ellos.
Aunque el porcentaje de mujeres que reportan experimentar la expulsión
de grandes cantidades de fluido durante el orgasmo está entre el 7 % y el 10%
según el estudio al que se haga referencia, tal vez más mujeres podrían tener
orgasmos húmedos si se dejasen llevar pos las sensaciones de placer. Sobre este
tema todavía hay varias preguntas sin resolver como aquellas relacionadas al
por qué las mujeres que lo experimentan pueden hacerlo, qué características
tienen estas mujeres a nivel físico y emocional, y si se puede aprender a sentir
estas sensaciones.
Lo importante es saber que existe una experiencia llamada eyaculación
femenina y que cada día se va a ir descubriendo más sobre esta posibilidad
femenina.
7.
El alcohol y las drogas mejoran el
desempeño sexual.
Se dice que el alcohol es un
embellecedor, porque cuando alguien lo ha consumido va a todos los demás
atractivos. En realidad el alcohol es un depresor del sistema nervioso central
y como tal hace que su ingesta en pequeñas cantidades desinhiba, inicialmente,
a la persona. Esto hace que quien ha tomado alcohol se sienta más seguro,
hablador y sociable. Para muchos esto es un factor que incrementa su deseo
sexual y les posibilitaría
acceder más fácilmente a una situación erótica.
Sin embargo, el consumo de
alcohol en mayor cantidad puede generar interferencias en la respuesta sexual.
Puede afectar la lubricación en la mujer e inhibir la erección en el hombre, así como alterar la respuesta de excitación
masculina demorando la eyaculación.
Cuando la persona es bebedora
habitual o francamente alcohólica puede haber daños permanentes en el tejido eréctil
y causa impotencia
Otras substancias psicoactivas
pueden tener diferentes efectos inmediatos y a largo plazo.
El éxtasis produce inicialmente como su nombre lo indica altos
niveles de deseo y excitación, pero el desempeño no está garantizado, y puede
afectar la lubricación en la mujer.
La cocaína, como estimulante que es,
incrementa el deseo y la excitación. En dosis elevadas puede causar
impotencia y retrasar el orgasmo en la mujer.
La marihuana puede incrementar
las sensaciones sexuales momentáneamente, pero consumidores habituales pueden
presentar apatía sexual.
Los medicamentos para
tratamientos médicos también
pueden afectar la respuesta sexual de variadas maneras. Algunos alteran los
niveles de deseo, otros afectan la erección, y otros el orgasmo. Por ejemplo
algunos anti-hipertensivos disminuyen el deseo sexual y pueden causar
impotencia.
Es importante que si una
persona es medicada pregunte al profesional que le trata si el medicamento
puede tener efectos secundarios que afecten su vida sexual, porque aun sigue
siendo tabú para muchas personas hablar al respecto.
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